viernes, 19 de febrero de 2010

Plaza de Almagro 1ero de Diciembre de 2010

Un rugir de madera y aullidos de madres que corren despavoridas de una nena que jugaba y de un árbol que cae. Que locura pienso cuando veo que la chica que corría alrededor de la plaza da otra vuelta. Todo sigue igual, pienso. Y cuando terminaba de decirlo para mi, la chica que corría alrededor de la plaza se detiene y camina cerca de donde estoy con un amigo que vio todo por encima de mi hombro. La chica, la misma chica que yo juzgue como también me juzgue a mi pero ¿que hacer?, se hace la señal de la cruz, mira hacia arriba y se besa la mano. Ya no hay gritos ni madres desgarradas ni vecinas que se quejan, solo un árbol caído y la calesita que sigue girando con su música que pareciera ofender lo que acaba de ocurrir. Debería haber huelga de calesitas, pienso, y que nadie saque la sortija, por lo menos por un tiempo, hasta que el eco de los gritos cese, el eco que se hace entre aquellos arboles de la plaza, aquellos arboles que están de pie, que no cayeron tan solo porque si.